Bolivia es el tercer productor mundial de coca, después de Colombia y Perú, y un cruce clave para la cocaína y otras drogas. Los cultivos de coca se extienden legalmente por 22.000 hectáreas en la región de los Yungas y el Trópico de Cochabamba. Sin embargo, las plantaciones de coca se están extendiendo fuera de estas regiones, a rincones remotos de la Amazonía boliviana, en un intento de los agricultores por satisfacer la demanda internacional de cocaína. 

Aunque el cultivo de coca y el narcotráfico no son los principales causantes de la deforestación en Bolivia, siguen contribuyendo a ella. Los narcotraficantes talan bosques en parques nacionales para cultivar coca y construir laboratorios de cocaína y pistas de aterrizaje ilegales.

*Este artículo forma parte de una investigación conjunta de InSight Crime y el Instituto Igarapé sobre minería ilegal, tráfico de fauna silvestre, madera y drogas en la Amazonia boliviana. Lea los demás capítulos aquí, o descargue el PDF completo.

En medio de la densa selva del Amazonas boliviano se esconde la superestructura de un negocio multimillonario. La coca verde y brillante brota en los claros, los trabajadores sudan en los laboratorios artesanales y los Cessnas sin matrícula aterrizan y despegan de nuevo. Es difícil saberlo por los kilos compactados, pero junto a la carne de vacuno, la soya y el oro, la cocaína contribuye a la destrucción del hábitat y a la pérdida de biodiversidad.  

“La creación de pistas de aterrizaje y senderos, y la plantación de nuevos cultivos de coca son fuerzas motrices que a mediano y largo plazo aumentarán aún más la deforestación”, afirmó Quintanilla, directora de investigación de la FAN. 

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Todo empieza con la coca. Año tras año, la superficie de cultivo de coca en Bolivia sigue creciendo. Según el informe de Estrategia Internacional de Control de Narcóticos 2023 del Departamento de Estado de EE. UU., el país alcanzó las 39.700 hectáreas de cultivo de coca en 2021. Sin embargo, hay discrepancias significativas entre la cantidad de coca que la Casa Blanca estima que se cultiva en Bolivia y las cifras de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD). Según el monitoreo de la ONUDD, Bolivia cerró 2021 con 30.500 hectáreas de coca.  Alrededor del 62% de la superficie cultivada con coca se encontraba en la región de los Yungas de La Paz, el 36% en el Trópico de Cochabamba y el 2% en el Norte de La Paz. Todas estas zonas colindan con la Amazonía boliviana. 

En 2022, el país registró 29.900 hectáreas de coca, una reducción del 1,9% respecto a 2021, según el último informe de la ONUDD. De esas 29.900 hectáreas, más de dos tercios son legales. Unas 22.000 hectáreas de coca permitida se cultivan en la región de los Yungas y el Trópico de Cochabamba. Sin embargo, el tercio restante es ilícito, y esas 7.900 hectáreas adicionales se han plantado en tierras deforestadas ilegalmente.

La coca barata también llega de Perú para ser procesada en los departamentos amazónicos de Beni y Pando, según Iván Paredes, periodista ambiental radicado en La Paz.  A menudo, sin embargo, el producto llega ya procesado, ya sea como pasta de coca o base de cocaína, que requiere un mayor refinamiento en laboratorios, o como clorhidrato de cocaína a la espera de ser reexportado. 

Ambos escenarios requieren pistas de aterrizaje ilegales. Estos puntos de aterrizaje clandestinos están diseminados por todo el paisaje. 

“En esas zonas al norte de La Paz, que ya es la conexión con Beni y Pando, se han identificado varias narcopistas”, dijo Paredes. “Algunas de ellas están en el Parque Madidi, que es un área [protegida] donde se realiza la extracción de oro”. 

Otros estarían escondidos en el Parque Nacional Noel Kempff, al nororiente del departamento de Santa Cruz, según Quintanilla.  

Estos parques nacionales son un objetivo para la infraestructura del narcotráfico, no solo porque se encuentran en zonas remotas donde es difícil llevar a cabo operaciones de seguridad, sino también porque están situados en las fronteras con Perú, otro país productor de cocaína, y Brasil, una de las principales puertas de salida de la droga hacia Europa. Las reservas indígenas son un objetivo especialmente atractivo. Quintanilla dijo a InSight Crime que las imágenes de satélite han identificado numerosas pistas de aterrizaje en la Tierra Comunitaria de Origen (TCO) de Monteverde, un área protegida que alberga a 128 comunidades indígenas. 

Si la droga importada se procesa en Bolivia, suele ser dentro o cerca de parques nacionales. En el departamento de Santa Cruz, la droga se procesa en los parques nacionales de Carrasco y Amboró, explicó Saúl Lara, diputado por Cochabamba en la Asamblea Legislativa de Bolivia y miembro de la comisión de seguridad y lucha contra las drogas. 

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Según Lara, la industria de la cocaína se ha arraigado en los pueblos de los alrededores de estos parques, como San Germán, Bulo Bulo, Yapacaní e Ivigarzama.  Un experto en narcotráfico, que pidió permanecer en el anonimato por razones de seguridad, sugirió que esto muestra un preocupante aumento de la participación boliviana en el tráfico de drogas.

“Las reservas han sido invadidas. Y no solo por plantaciones de coca, sino también por laboratorios de refinación de base de cocaína. Antes no refinaban [en Bolivia]”, dijo. “Ahora con la tecnología y el conocimiento colombiano, que es el mejor del mundo, refinan con microondas, con secadoras… Ahora ponen un millón de dólares para sacar 500 kilos diarios”. 

Los laboratorios suelen estar ocultos bajo la cubierta arbórea, por lo que su impacto ambiental no procede de la deforestación, sino del vertido de residuos químicos a los ríos y, en menor medida, a la tierra, explicó el experto en narcotráfico.  

Los contaminantes alteran el PH y los niveles de oxígeno de los ríos y perjudican la fertilidad del suelo, matando animales y plantas.  Ambas cosas repercuten en las comunidades locales que dependen de estos ecosistemas para su supervivencia. 

“Los laboratorios están siempre junto a los ríos porque estos actúan como vertederos donde se desechan todos los residuos químicos necesarios para la producción de cocaína”, afirmó el experto.