Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) fueron el mayor ejército irregular de Colombia. Operaron en varias regiones del país en busca de recursos para financiar su guerra de casi 50 años contra el Estado. Las FARC fueron el grupo guerrillero más antiguo e importante del hemisferio occidental y durante mucho tiempo financiaron su lucha política y militar a través del secuestro, la extorsión y su participación en el comercio de drogas en varios niveles.

Luego de una guerra abierta contra el Estado colombiano y después de varias derrotas militares que sufrieron durante el gobierno de Álvaro Uribe (2002-2010), las FARC empezaron a debilitarse. Tras la muerte de Pedro Antonio Marín, alias “Manuel Marulanda”, su más antiguo comandante ideológico y militar, en 2008, el grupo se enfocó menos en controlar territorio y más en el uso de tácticas de guerra de guerrillas combinadas con el fortalecimiento de sus redes urbanas y el aumento de su alcance político. 

En el año 2012 el grupo comenzó unas negociaciones de paz con el gobierno del entonces presidente Juan Manuel Santos, las cuales finalizaron en 2016 con la firma del acuerdo de paz entre la guerrilla y el gobierno colombiano, marcando el fin de la organización. Sin embargo, luego de su desmovilización varios mandos de las FARC se agruparon en grupos disidentes conocidos colectivamente como las ex-FARC mafia.

Historia

Las FARC tuvieron su origen en los brotes de violencia que afligieron a la Colombia rural después del asesinato del líder populista del Partido Liberal, Jorge Eliécer Gaitán, en Bogotá el 9 de abril de 1948. El asesinato desencadenó una lucha sectaria, primero en Bogotá y después en el campo, que comenzó como una batalla entre los dos principales partidos políticos del país en ese momento: liberales y conservadores. Pueblos enteros fueron blanco por sus afiliaciones políticas, entre ellos Ceilán, en el departamento del Valle del Cauca, donde el partido liberal reclutó a hombres jóvenes como Marulanda, entonces conocido con el alias de “Tirofijo”, para luchar contra el ataque de los conservadores. Este periodo, que llegó a conocerse como “La Violencia”, dejó cerca de 200.000 muertos en 15 años. Cientos de miles de personas más huyeron de sus lugares de origen hacia ciudades más grandes o zonas rurales más remotas.

Entre los que huyeron se encontraba una pequeña facción bajo el control del Partido Comunista de Colombia (PCC). Estos colonos sobrevivieron durante su tiempo en las milicias, o lo que se conocía como unidades de “autodefensa”. Las autodefensas del PCC hacían parte de una estrategia comunista más grande, que incluía la “combinación de todas las formas de lucha”, entre ellas el desarrollo de sindicatos, organizaciones estudiantiles y la pugna por puestos políticos en el país. La unidad y estrategia del PCC atrajo a algunos miembros de las milicias del partido liberal, entre ellos Manuel Marulanda, quien se unió al partido en los años cincuenta. Las facciones rurales del PCC eran pequeñas, pero representaban una amenaza ideológica para el gobierno, que lanzó una ofensiva en contra de su bastión, el pueblo de Marquetalia, Tolima, en 1964. La ofensiva expulsó a los guerrilleros pero provocó la chispa para que el partido formalizara su grupo armado: Bloque Sur de Tolima.

El grupo guerrillero adoptó el nombre de Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en 1966, y comenzó un ascenso lento y firme. El crecimiento del comercio ilegal de drogas ayudó. A mediados de los años setenta, la guerrilla cambió sus reglamentos internos y comenzó a cobrar impuestos a los numerosos cultivadores de marihuana del sur del país. Más tarde, ampliaron ese mandato para incluir también las plantaciones de hoja de coca. Durante ese mismo periodo, las FARC empezaron a secuestrar en masa y a extorsionar a empresas grandes y pequeñas. A principios de los años ochenta, las FARC comenzaron a gravar los laboratorios de cocaína que operaban en sus áreas de influencia.

Las nuevas fuentes de ingreso implicaron mejores equipos y más tropas, pero esto llegó a un costo muy alto. Los grandes traficantes de cocaína empezaron a oponerse al cobro de “impuestos” y empezaron a adquirir tierra y a ejercer influencia en la política local. Cuando guerrilleros izquierdistas de otra facción de la guerrilla secuestraron a la hija de una gran organización narcotraficante, varios traficantes organizaron un grupo paramilitar, llamado Muerte a Secuestradores (MAS). También hubo enfrentamientos entre los narcotraficantes y las FARC por el supuesto robo de un gran alijo de dinero por parte de los guerrilleros en los Llanos Orientales. Agricultores, empresarios, y propietarios de pequeñas tiendas empezaron a atacar a los guerrilleros debido a la excesiva extorsión y secuestro.

En 1984, las FARC intentaron otra táctica y lanzaron un partido político al tiempo que negociaban un acuerdo de paz con el gobierno. La Unión Patriótica (UP) era pequeña, pero ganaba impulso a medida que el país se movía hacía un mayor control gubernamental de los fondos y los proyectos nacionales. En sus primeras elecciones, en 1986, la UP ganó varios escaños en el congreso y su candidato presidencial obtuvo más de 300.000 votos, un récord para cualquier candidato de la izquierda. En las primeras elecciones municipales del país en 1988, el partido ganó 16 alcaldías y 247 escaños en concejos municipales. La reacción de los que se oponían al partido fue rápida. Los grupos paramilitares y narcotraficantes, en ocasiones trabajando en conjunto con el gobierno colombiano, asesinaron en masa a los miembros de la UP. Más de 3.000 personas fueron asesinadas en un periodo de seis años y las FARC volvieron a las montañas desde donde continuaron con su ascenso meteórico.

La expansión continuó con su levantamiento vertiginoso durante los años noventa. Luego de que en 1991 el gobierno lanzara un ataque aéreo contra un bastión de la guerrilla, las FARC empezaron a dividir sus fuerzas a través de las zonas rurales de Colombia, y desarrollaron aún más sus tácticas ofensivas. A mediados de los noventa, los guerrilleros llevaron a cabo una serie de ataques que debilitaron a las fuerzas gubernamentales, capturando cientos de soldados y policías colombianos que se convirtieron rápidamente en piezas de canje en una nueva ronda de negociaciones entre el gobierno y las FARC. Poco tiempo después de un intercambio de prisioneros entre las dos partes, el gobierno cedió a los guerrilleros un área del tamaño de Suiza en los departamentos sureños de Caquetá y Meta, abriéndole el paso a otras conversaciones de paz.

No obstante, las conversaciones fueron problemáticas desde el principio, cuando Tirofijo, quién había asumido formalmente el alias de “Manuel Marulanda”, no apareció en su apertura. En los años siguientes se presentaron algunos avances pero sobre todo obstáculos. Las FARC usaron el territorio para reagruparse, reclutar, entrenar y lanzar ataques a las poblaciones locales. Cuando el ejército los perseguía, los guerrilleros se replegaban en la zona desmilitarizada. Las FARC también retuvieron víctimas de secuestro en la región y cuidaban grandes extensiones de cultivos de coca, la materia prima para producir cocaína. 

Las conversaciones terminaron en 2002 cuando las FARC secuestraron un avión y lo obligaron a aterrizar en una carretera, llevando consigo a algunos pasajeros como prisioneros. Inmediatamente comenzaron los combates, a medida que el gobierno buscaba retomar la tierra que había cedido para las negociaciones. Poco después, la guerrilla secuestró a la candidata presidencial del Partido Verde, Ingrid Betancourt, y a su jefa de campaña, Clara Rojas. En febrero de 2003, se estrelló un avión que llevaba a cuatro contratistas del gobierno estadounidense y un piloto colombiano, quiénes se encontraban realizando tareas de vigilancia en una región del sur controlada por las FARC. Tres de los contratistas fueron secuestrados.

Estos eventos coincidieron con la llegada en 2002 del presidente Álvaro Uribe, quién contrario a su predecesor, Andrés Pastrana, había hecho su campaña política sobre una plataforma de guerra. Las FARC lo recibieron lanzando morteros contra el palacio presidencial durante la ceremonia de posesión el 7 de agosto de ese año.

Sin dejarse perturbar, Uribe reforzó el ejército, fortaleció la inteligencia policial, ubicó fuerzas de seguridad en casi todos los municipios del país y creó programas para incentivar a los guerrilleros a entregarse a las autoridades. Este esfuerzo recibió un gran apoyo por parte de Estados Unidos, que en 2002 empezó un ambicioso programa de asistencia llamado “Plan Colombia”. Luego del secuestro de los tres contratistas, los servicios de inteligencia estadounidenses, aumentaron el entrenamiento, asistencia y equipamiento de los colombianos, acelerando el ya de por sí rápido programa de profesionalización.

En 2012, el grupo comenzó las negociaciones de paz con el gobierno de Juan Manuel Santos, y los negociadores anunciaron el cese al fuego oficial en junio de 2016. Se llegó a un acuerdo final entre ambas partes en agosto de 2016. Posteriormente, las FARC se desmovilizaron en “zonas de concentración” a lo largo de Colombia conocidas como Zonas Veredales Transitorias de Normalización (ZVTN). Estas zonas se convirtieron posteriormente en Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETCR), lugares donde los excombatientes esperaban desarrollar proyectos productivos y reincorporarse a la vida civil. 

Sin embargo, debido a la presión de grupos criminales como las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), el Ejército de Liberación Nacional (ELN) o incluso las propias disidencias de las FARC, muchos de los excombatientes concentrados en los ETCR se vieron obligados a desplazarse o unirse nuevamente a estas organizaciones criminales. Por su parte, los remanentes del movimiento político de las FARC se concentran en el partido Comunes, liderado y conformado por antiguos miembros de la guerrilla.

Liderazgo

Las FARC fueron un grupo complejo con una estructura y una línea de comando bien definidas. Su estructura organizacional evolucionó a lo largo de los años como resultado de un proceso de adaptación a los principales retos del conflicto interno. Con una estructura aparentemente jerárquica, la geografía y tamaño de Colombia hizo casi imposible para el comando central, conocido como el Secretariado, ejercer el control sobre toda la organización, la cual estuvo dividida en frentes, con la excepción de varias unidades de fuerzas especiales que deambulaban por donde más se necesitara o con el fin de realizar operaciones especiales. Las FARC tenían una gran red de apoyo de expertos logísticos en bombardeos, transporte, secuestro, tráfico de armas, almacenamiento de alimentos, etc., y manejo de grupos de milicias en las ciudades. 

La relativa autonomía de los frentes podía hacer de ellos organizaciones criminales letales. En efecto, estas unidades, de las cuales había más de 70, tenían incentivos para robar, secuestrar, extorsionar y saquear, ya que su crecimiento dependía, en parte, de su rendimiento financiero.

En el frente político, las FARC estuvieron conectadas con el Partido Comunista de Colombia. Cada unidad guerrillera tenía un operador político, y cada combatiente tenía obligaciones políticas y militares. Estas incluían estar atentos a las noticias y analizarlas, así como la difusión de las creencias de las FARC a sus familiares y amigos. Aunque las FARC se separaron del Partido Comunista, el grupo manejó dos estructuras clandestinas, el Movimiento Bolivariano y el Partido Comunista Clandestino de Colombia (PC3).

En sus últimos años, el gobierno colombiano asestó varios golpes importantes al liderazgo guerrillero. 

En septiembre de 2007, en lo que fue el primero de una serie de fuertes golpes en contra del grupo, la Fuerza Aérea Colombiana bombardeó un campamento de las FARC en el departamento de Guaviare, al oriente del país, abatiendo al líder guerrillero Tomás Medina Caracas, alias “Negro Acacio”. En marzo de 2008, el gobierno bombardeó un campamento de las FARC ubicado cerca al río Putumayo, un par de kilómetros dentro de Ecuador, acabando con la vida de Luis Edgar Devia Silva, alias “Raúl Reyes” y a varios otros guerrilleros. El mismo mes, Manuel Marulanda murió por causas naturales.

En este contexto, la nueva dirección de las FARC se compuso de Guillermo León Sáenz Vargas, alias “Alfonso Cano”, y Víctor Julio Suárez, alias “Mono Jojoy”. Mono Jojoy fue abatido en septiembre de 2010 y Alfonso Cano en noviembre de 2011. Varios otros líderes de las FARC se refugiaron en Venezuela, donde tenían presencia desde décadas atrás, y otros países vecinos. Su último comandante fue Rodrigo Londoño Echeverri, alias “Timochenko”, actual integrante del partido Comunes, la propuesta política de los líderes guerrilleros luego de la firma del acuerdo.

Geografía

Las FARC tuvieron una presencia extendida por todo Colombia, especialmente al sur del país y en los Llanos Orientales, cerca de la frontera con Venezuela. Así mismo, también se asentaron en los departamentos surorientales de Cauca, Valle del Cauca y Nariño. Las FARC también tuvieron presencia en los departamentos occidentales de Chocó y Antioquia, entre otros.

Aliados y enemigos

Además de su guerra contra el gobierno colombiano, las FARC encontraron en los paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) uno de sus enemigos de más largo aliento. Tras su conformación a comienzos de los años 90, las AUC lucharon contra las FARC por el control de las áreas estratégicas en el tráfico de drogas, y convirtieron en blanco a las comunidades que consideraban leales a las FARC, perpetrando masacres y otras atrocidades.

Entre 2005 y 2009, las FARC libraron una sangrienta batalla contra el Ejército de Liberación Nacional (ELN), un grupo guerrillero de menor tamaño. Sin embargo, en diciembre de 2009, los líderes guerrilleros negociaron un alto el fuego y una alianza a nivel nacional, tras lo cual surgió evidencia de que los grupos guerrilleros perpetraron ataques conjuntos y que incluso trabajaron mano a mano para extorsionar a varias empresas.

Del mismo modo, algunos frentes de las FARC también colaboraron con los grupos delictivos conocidos como Bacrim (acrónimo de “bandas criminales”) en el tráfico de drogas, vendiéndoles base de coca y cocaína.

Perspectivas

Aunque la firma del acuerdo de paz puso un final a la guerrilla de las FARC, el conflicto interno en Colombia está lejos de acabarse. La salida de la guerrilla ha resultado en la criminalización de algunos de sus disidentes, lo que ha generado grupos similares a las BACRIM: organizaciones criminales que se formaron tras la desmovilización de las fuerzas paramilitares del país.

Estos grupos disidentes se han enfrentado entre ellos y con otros actores armados para ganar el control sobre las economías criminales que las FARC dejan atrás, como los cultivos de coca y la minería ilegal.

Algunos de estos antiguos guerrilleros también se transfirieron al ELN, llevando con ellos armas, recursos y economías criminales. Actualmente, las ex-FARC mafia han vuelto a ocupar varias zonas del territorio colombiano, llevando a cabo una suerte de nueva gobernanza criminal.

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