En Tibú, Norte de Santander, las autoridades y la sociedad civil tienen las alarmas encendidas debido al recrudecimiento de la violencia criminal contra las mujeres.
En los primeros seis meses del 2021, 10 casos de feminicidio se han presentado en Tibú, municipio de Norte de Santander, de acuerdo con cifras de autoridades judiciales citadas por el medio La Opinión. Esta cifra representa un aumento del 400% respecto al 2020 y es la más alta en los últimos cinco años reportada por la Policía Nacional.
El último caso reportado ocurrió en junio cuando la fiscal seccional del municipio, Esperanza Navas, fue asesinada en su hogar por hombres armados que le dispararon y posteriormente huyeron en una motocicleta. El fiscal general de la Nación, Francisco Barbosa, condenó públicamente el homicidio y aseguró que este no quedará en la impunidad.
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Pero el asesinato no es la única forma de maltrato que están experimentando las mujeres de esta zona. A principios de mayo de 2021, el diario La Opinión reportó sobre la existencia de una lista de al menos 25 mujeres, con nombres y apellidos, que estaban siendo amenazadas.
“No firmaron a nombre de qué grupo armado, pero muchas se fueron del pueblo y dejaron todo. Lo que sabemos es que la mayoría son ciudadanas de Venezuela, aunque también hay gente de acá”, dijo una mujer que pidió reservar su nombre y habló con el periódico.
Otras versiones aseguran que existe un video con imágenes de más de 50 mujeres de Tibú, donde se les insulta y se les señala como «indeseadas» por presuntamente tener algún tipo de vínculo con la Fuerza Pública. Hasta el momento no se tiene claridad sobre qué actor armado sería responsable de circular este material vía Whatsapp.
Estas amenazas han provocado el desplazamiento de varias mujeres. Al menos 20 han salido del municipio en los últimos meses. Entre ellas se encuentran dos enfermeras que tuvieron que huir tras recibir amenazas después de atender a miembros de la Fuerza Pública en un centro asistencial del casco urbano.
De los 10 feminicidios cometidos solo a dos de ellos se les ha atribuido un culpable. Según la Fiscalía, el presunto responsable sería Willinton Henao, alias «Mocho Olmedo», uno de los jefes de la disidencia del frente 33 de las FARC. En el municipio también hace presencia el Ejército de Liberación Nacional (ELN), al cual le han sido atribuidos hechos violentos contra la Fuerza Pública, así como bandas criminales en el casco urbano dedicadas al microtráfico.
Análisis de InSight Crime
Una vez más las mujeres y sus cuerpos están siendo instrumentalizados para causar terror en la población civil y enviar un mensaje al grupo armado opuesto.
En Tibú, las mujeres estarían siendo asesinadas por tener algún vínculo sentimental o por ser supuestas colaboradoras de la fuerza pública y por trabajar en la administración pública. Más allá de las presuntas motivaciones detrás de estos lamentables hechos, la violencia contra las mujeres está siendo usada como mecanismo para exhibir control sobre el territorio y sobre los comportamientos y relaciones de ellas.
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Las manifestaciones violentas que afectan desproporcionadamente a mujeres y menores de edad no son un fenómeno nuevo en el departamento de Norte de Santander ni en Colombia. Durante la década los 90, las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), una organización paramilitar, utilizó la violencia sexual como método de guerra para exponer su poder y lograr un control social de las comunidades.
Cómo explicaba Yamile Roncacio, directora de la Fundación Feminicidios Colombia a La Silla Vacía, “en el contexto militar y donde hay tráfico de drogas, se da una mirada cosificadora hacia la mujer, lo que convierte al feminicidio en un castigo o en un mecanismo suficiente para generar miedo”.
La subregión del Catatumbo, a la que pertenece Tibú, es estratégica para el narcotráfico porque concentra una cantidad importante de cultivos ilícitos y es un punto de salida hacia Venezuela. En medio de este panorama, se intensifica la violencia basada en género que ha sido normalizada por los grupos armados y en la sociedad misma.