La selva amazónica es una de las regiones más biodiversas del mundo. Dentro de esta, Bolivia se considera un “país megadiverso”. Se calcula que en el país viven más de 48.000 especies animales. Venezuela se encuentra entre los diez países más biodiversos del mundo. Del mismo modo, Ecuador también se considera como uno de los puntos más importantes en cuanto a biodiversidad.

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*Este artículo hace parte de una investigación de InSight Crime en conjunto con el Instituto Igarapé sobre cómo el tráfico de vida silvestre, la tala ilegal, la minería ilegal de oro y la tala y quema de tierras se están extendiendo por cinco países: Ecuador, Venezuela, Bolivia, Guyana y Surinam. Puede leer los demás capítulos de la investigación aquí y puede descargar el PDF completo aquí.

En consecuencia, la región se ha convertido en un centro de tráfico de fauna silvestre. La creciente demanda de animales y sus partes amenaza a cientos de miles de aves, reptiles y mamíferos.

Las aves, como loros, guacamayos y pájaros cantores, son las más traficadas. Sus llamativos colores y su inteligencia hacen que las redes criminales estén dispuestas a atraparlas, sobre todo para abastecer el comercio ilegal de mascotas, donde la demanda es alta. Otros animales se matan con el fin de comercializar partes de su cuerpo.

Los reptiles, como las iguanas verdes y las serpientes, también son perseguidos para el comercio de mascotas. Asimismo, los caimanes son cazados por sus pieles. Los caparazones de tortuga se sacan del Amazonas para venderlos como adornos en los mercados asiáticos, mientras que sus huevos se consumen como alimentos codiciados.

Los jaguares se matan por sus pieles y colmillos. Otras partes de su cuerpo se mezclan en una pasta utilizada en la medicina tradicional china.

Cadena de suministro del tráfico de especies silvestres

Al igual que en Colombia y Perú, el tráfico de fauna silvestre en los países de nuestro estudio se desarrolla a través de las siguientes fases en toda la región: extracción, transporte y transformación (lavado) y comercialización.

En primer lugar, miembros de comunidades locales de toda la Amazonía son contratados por las redes criminales para capturar o matar especies muy demandadas. En Bolivia, el objetivo son los jaguares, los guacamayos y los caimanes. Por su parte, en Venezuela se capturan guacamayos rojos y verdes, loros de hombros amarillos y loros de corona amarilla. En Ecuador se capturan tortugas, loros y monos, mientras que en Guyana y Surinam se atrapan pájaros cantores y se matan jaguares.

En Guyana, los pájaros cantores como el Towa-Towa son una de las especies más apetecidas tanto en el mercado interno como en el internacional. Al igual que en otros países amazónicos, los pájaros cantores de este país son solicitados para concursos de silbidos. Estos concursos no autorizados tienen lugar en Georgetown, donde el cautiverio y el tráfico de estas especies están poco controlados.

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Los guacamayos también son un objetivo prioritario de los traficantes. En los mercados legales e ilegales, los precios de los guacamayos varían según su color. En las operaciones legales, los guacamayos verdes se venden por entre 200 y 250 dólares; los guacamayos azules varían en el precio de 275 a 300 dólares; y los guacamayos rojos alcanzan precios de 400 dólares. Sin embargo, el mercado ilegal duplica su valor. Los traficantes pueden vender guacamayos rojos por casi 1.400 dólares y guacamayos azules por 700 dólares.

Vivos o muertos, los animales y sus partes son transportados posteriormente. Según WWF, “las remotas fronteras entre los países amazónicos son lugares ideales para que los traficantes exporten animales salvajes”. Los pájaros cantores se trasladan a menudo de Guyana a la capital de Surinam, Paramaribo. Las aves tropicales capturadas en la Amazonía ecuatoriana se trasladan a Perú o Colombia en pequeños vehículos que rara vez son controlados por las autoridades.

Las especies marinas y reptiles que tienen como destino la venta internacional, se transportan en su mayoría por vía aérea. Las aves procedentes de los países de nuestro estudio generalmente se introducen vivas, ya sea en equipaje facturado o por contrabando. Las criaturas más pequeñas suelen ser objeto de tráfico con métodos rudimentarios. Se ocultan en rollos de papel higiénico, rulos de plástico, calcetines y ropa interior.

Antes, después o durante el tránsito, los animales capturados ilegalmente y sus partes se “blanquean”, a través de granjas de cría y documentación falsificada. Esto proporciona una apariencia de legalidad tras la cual pueden ser vendidos.

Los mamíferos, aves y especies marinas que llegan a Caracas, la capital de Venezuela, se dirigen a Francia, Puerto Rico, Guyana, Brasil, España, Austria, Alemania e Italia. Las aves que salen de Venezuela también se desplazan por puntos de tránsito como la isla caribeña de Trinidad y Tobago. La mayoría son extraídas de la región amazónica venezolana.

Los animales silvestres que salen de Guyana llegan a una multitud de países. Se han encontrado pájaros cantores y otras aves exóticas en las aduanas de Estados Unidos y Canadá, y en la ruta de Guyana a Japón. Por otro lado, partes de jaguar y tortugas procedentes de toda la región llegan a Asia.

Las criaturas vendidas en el mercado internacional, en particular, alcanzan precios elevados. Los guacamayos capturados en la región amazónica de Ecuador se venden por entre 1.000 y 5.000 dólares en los mercados internacionales.

De lo contrario, las criaturas se venden a nivel interno en plazas, mercados urbanos y tiendas de mascotas o parques de toda la Amazonía, según Julia Salvador, de Wildlife Conservation Society (WCS) Ecuador. Las aves tropicales capturadas en la Amazonía ecuatoriana se venden en las tiendas de animales de los centros urbanos. Los pericos de máscara roja se venden ilegalmente en tiendas de la frontera con Perú. En Surinam y Guyana, las aves que permanecen en el país se comercializan en mercados que se encuentran en las plazas de las ciudades. Las redes sociales también pueden utilizarse para facilitar estas transacciones, explicó Salvador.

Actores que atrapan la fauna del Amazonas

Aunque el tráfico de especies silvestres suele considerarse un “delito desorganizado” en los países de nuestro estudio, hay una serie de actores implicados en el comercio. Entre ellos se encuentran las redes criminales corporativas, los actores legales y la mano de obra barata.

Redes criminales corporativas

Las redes criminales corporativas coordinan y financian el tráfico de especies silvestres en los países de nuestro estudio. Cuentan con el apoyo de intermediarios para abastecerse, transportar, blanquear y vender animales y sus partes.

Los intermediarios ponen en contacto a la mano de obra local con las redes criminales organizadas que se dedican al comercio ilegal de especies silvestres en el Amazonas. Estos intermediarios tienen vínculos con redes regionales o internacionales, por lo que viajan entre las comunidades en busca de especies con una alta demanda. Las redes criminales y los empresarios dedicados al tráfico de aves en la Amazonía ecuatoriana emplean a los intermediarios para localizar especies valiosas de aves exóticas, que luego se envían a Colombia o Perú.

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Julia Salvador, de WCS Ecuador, señala que los intermediarios suelen ponerse en contacto con miembros de las comunidades indígenas locales de la Amazonía para comprarles animales a un precio extremadamente bajo. Luego los venden a los exportadores a un precio mucho mayor, según Salvador.

Actores legales

Los actores legales —incluidos los criaderos y los zoológicos— también facilitan el tráfico de especies silvestres en los países de nuestro estudio. A través de estas instituciones se encubre el origen de la fauna silvestre capturada ilegalmente. Los certificados que afirman que los animales han nacido en cautivierio permiten su exportación en muchos casos.

Estos actores pueden mantener vínculos directos o indirectos con redes criminales y con empresarios. En Ecuador, algunas redes trabajan a través de intermediarios para vender especies sacadas del Amazonas en tiendas de mascotas de ciudades como Guayaquil. Las aves exóticas atrapadas en Guyana y Surinam también se venden a través de tiendas de mascotas o en mercados urbanos.

Las granjas de cría también pueden tener vínculos con el tráfico de animales salvajes. Aunque estas organizaciones han sido reconocidas por su papel en la repoblación de hábitats con vida silvestre en peligro de extinción, algunas se han enfrentado a acusaciones de corrupción.

Los comerciantes de reptiles de Guyana y Surinam utilizan documentación falsificada para traficar con pieles de reptiles. Estos papeles no declaran correctamente qué especies se comercializan ni cuántos reptiles poseen los comerciantes.

Mano de obra barata

En la mayoría de los casos, la mano de obra es empleada para sacar a los animales de sus hábitats. Suele estar conformada por “cazadores furtivos” y “capturadores”, que suelen ser personas locales que viven cerca de los hábitats naturales de tortugas de río, loros, jaguares, monos y otra fauna preciada. Son contactados por intermediarios —que a menudo trabajan a nombre de redes criminales corporativas— para que capturen o maten animales silvestres.

Los lugareños empleados como cazadores y capturadores están familiarizados con los hábitats, el rastreo      y las técnicas de captura. A menudo se involucran en el comercio, debido a la falta de alternativas económicas. “Los aldeanos locales con pocas oportunidades de obtener ingresos pueden recurrir al tráfico de especies silvestres como medio de supervivencia”, revela la investigadora de jaguares Vanessa Kadosoe. Julia Salvador, de WCS Ecuador, coincide con esta afirmación.

Ganaderos, mineros, leñadores y agricultores de toda la región cazan y venden fauna para complementar sus ingresos. Actúan de forma oportunista, sin tener un comprador formal, sabiendo que siempre podrán venderle a alguien las criaturas más demandadas.

Sin embargo, los cazadores furtivos y los capturadores reciben una baja remuneración por sus esfuerzos y se sitúan en la parte inferior de la cadena. En 2016, Karen Noboa, funcionaria de la Unidad de Vida Silvestre de la Agencia Nacional de Biodiversidad de Ecuador, reveló que cuando una criatura extraída de la región amazónica del país llega a su destino internacional, a menudo se comercializa por un precio diez o veinte veces superior al que se le paga a la persona que la cazó en alguna de estas regiones amazónicas.

*Nienke Laan, Julian Lovregio, Isaac Norris, y Scott Mistler-Ferguson contribuyeron al reportaje.

InSight Crime se ha asociado con el Instituto Igarapé —centro de pensamiento independiente ubicado en Brasil, que se dedica al estudio de temas actuales relacionados con desarrollo, seguridad y clima— para rastrear los delitos ambientales y los actores criminales que impulsan la deforestación en toda la Amazonía. Vea la serie completa aquí.