“Operadores turísticos” que ofrecen viajes a Bogotá, Medellín, e incluso hasta Ecuador y Perú, revolotean alrededor de cualquiera que ponga un pie en el puente internacional Simón Bolívar, que conecta a Venezuela con Colombia. Voceadores callejeros ofrecen de todo al migrante en tránsito, equipados hasta con tijeras para comprar cabelleras, en caso de que haya necesidad de un poco de dinero extra para el viaje que tienen por delante.
Para decenas de miles de migrantes cada año, este es el primer paso para salir de Venezuela, y esos viajes se han vuelto un negocio jugoso. Pero cualquiera que desee sacar su tajada de este, contados los mismos migrantes, debe pagar por el derecho.
*Este artículo es el segundo en una investigación de tres partes, “Tren de Aragua: De megabanda carcelaria a empresa criminal transnacional”, que analiza cómo la megabanda venezolana se ha convertido en la amenaza criminal de más rápido crecimiento en Suramérica aprovechando la migración venezolana. Descargue el informe completo o lea la investigación completa aquí.
“Después llegó esta gente como pasó el flujo migratorio. Entonces se aprovecharon de ellos”, explicó un residente de La Parada, la primera población por la que los migrantes pasan en Colombia, hablando entre dientes, lo suficientemente bajo para que sus vecinos no escucharan.
Por “esta gente” se refería al conocido Tren de Aragua, la banda venezolana, cuya acelerada expansión transnacional prendió alarmas en toda Suramérica.
Para el Tren de Aragua, tomar el control de La Parada fue solo el primer paso. En los cinco años que han pasado desde que aparecieron allí por primera vez, la banda ha construido una red regional de largos tentáculos, con presencia permanente en Colombia, Perú y Chile, e informaciones adicionales de su presencia en Ecuador, Brasil y Bolivia.
Esta rápida expansión se aprovechó en gran medida de la diáspora de casi 8 millones de venezolanos desesperados que han salido del país desde 2015 en busca de mejores condiciones de vida. Mientras el mundo observaba esta migración masiva e identificaba una crisis humanitaria, el Tren de Aragua vio una oportunidad de negocios, y le sacó todo el jugo que pudo.
La exploración: detrás de los flujos migratorios
Las primeras noticias de la expansión del Tren de Aragua fuera de Venezuela se conocieron en 2018, coincidiendo con el primer pico de la crisis de migrantes venezolanos, cuando más de un millón de personas salían del país cada año. En esta oleada migratoria inicial, llegaron grandes grupos de venezolanos a Colombia, Perú y Chile, los mismos países que se han convertido en epicentros de la expansión internacional del Tren de Aragua.
En todos esos países, la expansión de la megabanda ha pasado por tres etapas. La primera es la exploración de nuevos territorios, luego viene la penetración del hampa local y, por último, la consolidación de la presencia local de sus células.
La fase exploratoria comenzó cuando la banda llegó a nuevas zonas, que podían ser pasos fronterizos, puntos críticos a lo largo de rutas migratorias o centros urbanos con gran presencia de venezolanos expatriados.
En Colombia, esto empezó en La Parada y sus alrededores, pero pronto se extendió a la capital del país, Bogotá, ciudad que acogió gran parte de la diáspora venezolana.
Mientras los migrantes venezolanos avanzaban más hacia el sur, también lo hacía el Tren de Aragua. Pronto el grupo había establecido células en varias ciudades peruanas con comunidades expatriadas importantes: Lima, Arequipa y Trujillo. Siguió Chile, donde la banda se introdujo inicialmente en las poblaciones fronterizas de Arica y Tarapacá, y más adelante en las ciudades de Santiago y Concepción.
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“Son ciudades que surgen en donde hay bastante movimiento económico, donde hay fluidez de dinero, entonces ahí es donde ellos se establecen, porque esta es la plaza, pues hay plata”, explicó el general Luis Jesús Flores Solís, jefe de la Dirección contra la Trata y el Tráfico Ilícito de Migrantes de la Policía Nacional Peruana (PNP).
En la fase exploratoria, la llegada de la banda a estos lugares bien pudo ser más circunstancial que guiada por un plan maestro estratégico. Y la oportunidad que buscaban explotar apareció en la forma de sus compatriotas venezolanos.
El control de las rutas migratorias y de las poblaciones de migrantes venezolanos ofrecía fuentes de ingreso lucrativas en la forma de tráfico de migrantes, trata de personas con fines de explotación sexual y extorsión o robo a las comunidades de la diáspora y los migrantes en tránsito. Los integrantes del Tren eran depredadores nadando en un mar de migrantes, en busca de cualquier oportunidad de robo o explotación.
Camuflarse entre los migrantes también le permitió al Tren de Aragua mantener un bajo perfil, pues aunque los venezolanos conocían la banda y le temían, había menos probabilidades de que denunciaran los delitos por temor a repercusiones, como la deportación, o por la falta de confianza en las autoridades locales.
Penetración: usar la violencia para generar temor
Entre 2020 y 2022, en el pico de la pandemia por el COVID-19, las tasas de migración comenzaron a bajar, aunque la demanda de servicios de tráfico de migrantes creció con el cierre repentino de las fronteras. Las células del Tren de Aragua que se habían establecido a lo largo de las rutas migratorias pasaron de la fase de exploración a la penetración. Identificaron economías criminales locales explotables no relacionadas con la migración, y atacaron a cualquier competidor o potencial rival.
La capacidad de la banda de pasar a esta nueva fase se definió por las condiciones locales, entre las que se contaban no solo la presencia de economías ilícitas con pocas barreras de entrada, sino también factores como tasas de homicidios relativamente bajas. Los bajos índices de violencia multiplicaban el impacto cuando la banda usaba actos de brutalidad y asesinatos muy publicitados para sembrar terror entre la población y los posibles competidores y obligarlos a someterse.
Una migrante en el norte de Chile que habló con InSight Crime bajo condición de anonimato por temor a represalias, hizo énfasis en el miedo que el Tren de Aragua sembró en la población.
“Se sabe de la existencia de casas donde hacían cosas horribles. Tortura y homicidios. Se escucha que enterraban gente viva o las quemaban”, relató.
El Tren de Aragua se aprovechó de ese miedo para incursionar en nuevas economías criminales, como la extorsión a negocios locales y trabajadoras sexuales, la usura y el narcomenudeo. En Perú, publicaron videos de asesinatos brutales de trabajadoras sexuales que se negaron a pagar las cuotas extorsivas y amenazaron a las víctimas de extorsión con granadas. Y en Colombia, supuestamente arrojaron cuerpos desmembrados en las esquinas de las calles de Bogotá.
En algunos casos, erradicaron casi totalmente la competencia.
“Ya no hay proxenetas peruanos. ¿Y por qué? Porque [el Tren de Aragua] los ha matado”, le dijo el general Flores a InSight Crime. “Nadie se quiere meter con ellos por la extrema violencia que ellos tienen”.
Consolidación: echar raíces
A la par que las células del Tren de Aragua afianzaban el control de las economías criminales locales, también establecían su base financiera y construían las infraestructura criminal que necesitaban para garantizar la sostenibilidad y la resiliencia de sus operaciones que entraban a la fase de consolidación.
En dicha fase, la banda ha buscado infiltrar el Estado por medio de redes de corrupción para establecer operaciones de lavado de dinero de creciente sofisticación y para formar alianzas, reclutar o asimilar a otros actores criminales con operaciones en la zona.
La consolidación del grupo ha sido más evidente en Perú y Chile, donde han establecido operaciones financieras transnacionales.
La policía chilena ha identificado células que lavan dinero mediante la adquisición de motocicletas y otros vehículos, los cuales alquilan posteriormente a los migrantes y por medio de mensajeros de entregas a domicilio. Esas células luego transfieren parte de este dinero blanqueado a Venezuela por medio de Bitcoin y pagos por Western Union, entre otras modalidades.
Múltiples funcionarios del gobierno y las fuerzas de seguridad peruanas también informaron a InSight Crime que parte del dinero blanqueado que obtenían en Perú se enviaba a los cabecillas en Venezuela. Oficiales de seguridad, la mayoría de quienes pidieron hablar con InSight Crime de manera anónima, informaron que habían encontrado casos de células que usaban transferencias por Western Union, empresas fachada y mediante coerción a familiares de víctimas de la banda en Venezuela para que recibieran pagos en sus cuentas bancarias.
“Ellos recaudan y hay diferentes formas y cada vez van mejorando sus procesos para poder enviar el dinero a Venezuela”, señaló el general Flores.
Hay indicios de que la banda puede haber entrado en una fase de consolidación también en varias ciudades colombianas, principalmente corrompiendo a miembros de la policía.
Desde octubre de 2022, se conocieron reportes de policías que trabajaban con el Tren de Aragua en el barrio Kennedy de Bogotá. Meses después, a comienzos de 2023, autoridades detuvieron a varios agentes de policía al parecer por colusión con la banda en Villa del Rosario, municipio en cuya jurisdicción se encuentra La Parada, en el departamento del Norte de Santander, frontera con Venezuela.
Los residentes de La Parada, que hablaron con InSight Crime bajo condición de anonimato, señalaron que no podían estar seguros de si la policía desplegada en la zona era corrupta o si estaban en desventaja frente al Tren de Aragua.
“Creo que la policía sabe [lo que está haciendo el Tren de Aragua]. La policía está de su lado”, comentó uno de los residentes, que pidió que se mantuviera reserva de su identidad por motivos de seguridad.
Otro, sin embargo, señaló un muro de concreto bajo que rodeaba el frente de su casa, mientras recordaba una vez que presuntos integrantes del Tren de Aragua participaron en un tiroteo en el barrio.
“Había dos policías que venían en la patrulla, se escondían aquí, escondidos detrás de este árbol”, recordó. “¿Que iban a hacer esos? Porque había como seis de allí del otro lado y uno traía fusil. Y estos dos policías con una pistola”.
Freno a la expansión
Aunque el Tren de Aragua logró superar las tres fases en Perú, Chile y Colombia, sus movimientos expansionistas en algunas regiones se han visto limitados o incluso resistidos por completo por la competencia criminal.
La expansión del Tren de Aragua en la región aledaña a La Parada desató violentos enfrentamientos con el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Aunque dichos enfrentamientos parecen haberse calmado por el momento, es evidente que la banda no tiene la capacidad de enfrentar militarmente a la guerrilla del ELN, que los supera en armamento, adiestramiento y experiencia, lo cual limita sus posibilidades de expansión en una región dominada por la insurgencia.
También en Bogotá, el Tren de Aragua ha enfrentado a bandas locales de mucho arraigo, y aunque ha logrado abrirse paso, la oposición y la competencia de las bandas locales han contenido sus posibilidades de expansión.
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Pero su mayor error puede haberse dado en Perú, en la ciudad portuaria de El Callao, que por largo tiempo ha sido centro de violentas disputas entre criminales por su importancia como punto de transbordo de cargamentos transnacionales de cocaína.
Allí, la banda intentó sin éxito entrar por la fuerza, según una fuente de la Brigada Especial de Investigación contra la Criminalidad Extranjera de la PNP, la cual solicitó que se mantuviera su anonimato por no tener autorización para pronunciarse en representación de la institución.
El Tren de Aragua “en el Callao, han entrado, pero los han botado. Por eso te digo, ellos [las bandas de El Callao] son el mismo nivel, sangre caliente”, comentó.
Se cayó la fachada del Tren de Aragua
Los rivales criminales no son los únicos enemigos que repelen la expansión transnacional del Tren de Aragua. La banda también se enfrenta cada vez más a las fuerzas de seguridad locales.
En las etapas iniciales de su expansión, el Tren de Aragua pudo superar muchas veces la fase exploratoria y pasar a la fase de penetración antes de que las autoridades locales se percataran de su presencia. Pero el uso de violencia con toda la publicidad que trae aparejada ha convertido al grupo en un objetivo alta prioridad para los gobiernos de la región.
Los primeros operativos contra el Tren de Aragua en Colombia se presentaron en La Parada, con la captura de ocho presuntos integrantes de la banda en julio de 2019. En los años siguientes, las autoridades detuvieron al menos a 23 presuntos miembros más en la zona, según el monitoreo de medios hecho por InSight Crime.
Pero no se había considerado a la banda una amenaza seria que demandara operativos de seguridad de mayor escala hasta 2022, cuando las autoridades de Bogotá capturaron por lo menos a 30 presuntos miembros en el transcurso del año.
En Perú y Chile, la organización fue atacada con mayor fuerza y consistencia. Las autoridades peruanas incluso desplegaron “megaoperativos” en noviembre y diciembre de 2022, en los que capturaron a 30 integrantes del Tren de Aragua en Lima y a 23 en Arequipa.
Del mismo modo, las autoridades chilenas realizaron varios operativos contra la banda en 2022, que llevaron a juicio hasta a 40 presuntos integrantes en Arica y a varias detenciones más en Tarapacá. Los arrestos siguieron con docenas de supuestos miembros y otros líderes en el primer semestre de 2023 en Santiago, Tarapacá y Concepción.
A pesar de los operativos sostenidos contra el Tren de Aragua por fuera de Venezuela, las células de la banda han demostrado su resiliencia y por el momento mantienen sus operaciones en las regiones donde se han consolidado.
“A esta gente le cortas un brazo y le crecen dos, y eso es lo que ha pasado”, observó una fuente de la Fiscalía General peruana, que habló con InSight Crime bajo condición de anonimato.
Siguen conociéndose informaciones de nuevas células, como artículos de prensa e investigaciones oficiales que alertan de posibles células en las ciudades de Chimbote y Piura, en Perú, así como en Barranquilla, Ipiales, Cali y Bucaramanga, en Colombia.
Sin embargo, las autoridades sospechan que algunos de esos grupos pueden ser imitadores que buscan aprovechar la fama en aumento del Tren de Aragua. Aun si fueran células genuinas, no hay muchos indicios de que han logrado pasar de la fase exploratoria, y el vertiginoso ritmo expansionista inicial parece haberse aminorado.
El Tren de Aragua no solo se está viendo confrontado actualmente por rivales criminales y por las fuerzas de seguridad, sino que a la par de ello, están cambiando las condiciones que favorecieron su expansión. La migración venezolana en Suramérica ha bajado, y ahora muchos venezolanos migran hacia el norte, a Estados Unidos. El grado de competencia de poderosas organizaciones criminales en esas rutas que ya se lucran de los flujos migratorios establecidos seguramente limitará las posibilidades del Tren de replicar sus logros.
Entre tanto en Venezuela, el bastión y cuartel general del Tren de Aragua en la prisión de Tocorón fue allanado y ocupado ostensiblemente por el gobierno venezolano. El suelo se movió bajo los pies del Tren de Aragua, y ahora queda por ver si puede consolidar otro refugio para huir y planear sus operaciones, lo que permitirá que su imperio criminal transnacional siga expandiéndose o si se verá obligado a atrincherarse y debilitarse.