Las pandillas de El Salvador están desestabilizadas.

Durante décadas, la Mara Salvatrucha (MS13) y dos facciones del Barrio 18 dominaron el panorama delictivo del pequeño país centroamericano. Las pandillas se incrustaron en las comunidades pobres, aterrorizando a los habitantes de las ciudades con extorsiones y asesinatos. Los sucesivos gobiernos intentaron y fracasaron en su intento de desmantelar las pandillas con agresivas políticas de seguridad, conocidas como mano dura.

En marzo de 2022, el gobierno del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, decretó el régimen de excepción en respuesta a una brutal masacre de pandillas que dejó 87 muertos. Con el apoyo de los poderes de emergencia, las fuerzas de seguridad atacaron a las pandillas y detuvieron a decenas de miles de presuntos pandilleros y colaboradores. Los que escaparon a la detención pasaron a la clandestinidad o se exiliaron. En un abrir y cerrar de ojos, la MS13 y Barrio 18 prácticamente desaparecieron de las calles de El Salvador.

Pero aunque maltrechos y magullados, un número sorprendente de miembros de pandillas siguen en libertad. Las cárceles del país, antaño incubadoras de las pandillas, nunca han estado tan llenas.

Esta investigación de seis partes analiza cómo la represión del gobierno de Bukele logró doblegar a la MS13 y al Barrio 18. Evaluamos lo que queda de las pandillas en El Salvador, y contemplamos si estas estructuras podrían algún día regresar o mutar.

Capítulos

Mantener las cárceles a raya

En los dos primeros meses del régimen de excepción, las autoridades detuvieron a más de 33.000 personas, al borde de duplicar la población carcelaria.…

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