Alrededor de la medianoche del 6 de febrero de 2024, la Policía Nacional de Ecuador irrumpió en una lujosa casa beige de dos pisos de color en una urbanización cerrada a las afueras de Guayaquil, la principal ciudad portuaria del país.

En su interior encontraron a una madre con su hija pequeña, así como varias armas de fuego y municiones. El marido, el empresario albanés Dritan Gjika, no aparecía por ninguna parte. 

La redada formaba parte de una operación policial mucho mayor. Esa noche, las policías de España y Ecuador detuvieron a 31 presuntos miembros de una red intercontinental de tráfico de cocaína. 

Las autoridades acusaron a la organización de traficar toneladas de cocaína colombiana a Europa a través de Ecuador, y relacionaron a los miembros de la red con incautaciones por un total de más de 9,5 toneladas. Tras la operación, las autoridades inmovilizaron bienes equivalentes a más de US$51 millones. 

Gjika, el presunto líder del grupo, está acusado de establecer una sofisticada operación de tráfico con la ayuda de influyentes hombres de negocios relacionados con las más altas esferas del gobierno, protegidos por el jefe de la policía de Ecuador. 

La operación destinada a desmantelar la red muestra cómo Gjika se convirtió en uno de los más destacados traficantes albaneses que han llegado a desempeñar papeles clave en el tráfico de drogas de Ecuador en los últimos años. Aunque gran parte de su red parece haber sido capturada en la redada, el propio Gjika sigue prófugo.

El traslado a Ecuador

Gjika nació el 28 de diciembre de 1976 en una ciudad llamada Shkodër, en el norte de Albania. Pero más allá de esa información básica, hay pocas huellas de su vida. De hecho, los rastros de él en Albania son escasos. 

“En Albania no hay pruebas que indiquen su implicación en ninguna actividad ilegal. No se ha registrado ninguna investigación penal ni causa judicial contra él, y no tiene propiedades ni negocios registrados a su nombre”, declaró a InSight Crime Dorjana Bezat, periodista albanesa que ha investigado a Gjika. 

Gjika viajó por primera vez a Ecuador en noviembre de 2009, cuando tenía 33 años. En 2013, consiguió la ciudadanía ecuatoriana. Se instaló en Guayaquil, el corazón económico del país, y comenzó a construir un imperio de narcotráfico.

Fue uno de los primeros traficantes albaneses que se instaló en Ecuador, haciéndose pasar por empresario. 

“Gjika es un pionero en términos de ir río arriba y posicionarse como un proveedor clave de cocaína”, dijo a InSight Crime Fatjona Mejdini, investigadora de la Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transnacional. 

Gjika y otro albanés compraron una empresa de exportación llamada Cresmark S.A. en 2014. Gjika se convirtió en el director general. Ese mismo año, creó una empresa de construcción junto con el empresario ecuatoriano Rubén Cherres.

Cherres no era un desconocido para las fuerzas de seguridad. En 1999 fue detenido por narcotráfico tras una redada policial en la que las autoridades incautaron 108 paquetes de cocaína. Fue absuelto al año siguiente después de que personas influyentes rindieran testimonio pidiendo su liberación, entre ellas Danilo Carrera, cuñado del futuro presidente ecuatoriano Guillermo Lasso

Además de sus vínculos políticos, Cherres estaba conectado con las élites empresariales y políticas de Ecuador, lo que lo convirtió en un poderoso aliado para el esquema de tráfico de drogas de Gjika.

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Aunque no está claro exactamente cuándo Gjika empezó a traficar cocaína a Europa, es evidente que estaba en el lugar adecuado cuando, en la vecina Colombia, el Gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) firmaron un histórico acuerdo de paz en 2016. Cuando las FARC se desmovilizaron en 2017, los disidentes del Frente 48 de las FARC permanecieron en la frontera entre Colombia y Ecuador. A falta de contactos con compradores internacionales, forjaron una alianza con la Constru, una red de narcotráfico que dominaba las rutas hacia la provincia ecuatoriana de Sucumbíos. La Constru conectaba a las disidencias de las FARC con compradores internacionales, muchos de los cuales procedían de los Balcanes, entre ellos Gjika.

Según la policía ecuatoriana y española, inicialmente, la organización de Gjika traficaba cargamentos de cientos de kilogramos de cocaína en contenedores pertenecientes a su empresa o a otras compañías cómplices. 

En 2018, aparentemente Gjika intentó hacer crecer su negocio. Compró acciones de una segunda empresa exportadora, Agricomtrade, que enviaba cargamentos de banano a diferentes empresas europeas.

Una de ellas —la importadora albanesa Alba Exotic Fruit— ha sido utilizada para importar cocaína en Albania, según la fiscalía albanesa. En total, Agricomtrade envió más de 150 cargamentos a Alba Exotic Fruit. 

En lugar de ensuciarse las manos, Gjika subcontrataba tareas a una amplia red de operadores, con los que se comunicaba principalmente a través de Skype. 

“Nunca tocó un gramo de droga”, dijo a InSight Crime un funcionario de la policía antinarcóticos ecuatoriana, que pidió permanecer en el anonimato por motivos de seguridad. “Él estaba, como dicen aquí en Ecuador, viendo los toros desde lejos”.

Para no ensuciarse las manos, Gjika trabajaba con varios coordinadores que supervisaban la creación de empresas y los sobornos a funcionarios públicos.

La organización se abastecía de cocaína de un proveedor en Colombia, que entregaba 4 toneladas de droga al mes a centros de acopio en Ecuador, según informes de la policía española. Los pagos por los envíos de cocaína se depositaban en cuentas bancarias pertenecientes a un miembro de la red de Gjika, indicó la fiscalía ecuatoriana. Una vez que la cocaína llegaba a Ecuador, subcontratistas ecuatorianos se encargaban de su almacenamiento y transporte. 

La organización de Gjika pagaba a estos subcontratistas en cocaína, según el funcionario antinarcóticos. 

“Les pagaban 10 kilos de cocaína y esos 10 kilos no se exportaban, sino que se redistribuían localmente”, dijo. 

De este modo, Gjika evitaba en gran medida dejar rastros en papel que le vincularan a cualquier actividad de narcotráfico.

Gjika, el invisible

Es probable que Gjika construyera una red que protegía sus operaciones de las autoridades gracias a sus conexiones con importantes empresarios y oficiales del gobierno ecuatoriano. 

“Era alguien muy calculador y muy metido en el mundo de los negocios”, afirmó Mejdini.

Su contacto crucial, según las autoridades, era Tannya Varela, que fue jefa de la policía de Ecuador entre marzo de 2021 y enero de 2022, y está siendo investigada por la fiscalía de ese país en relación con Gjika.

Los legisladores ecuatorianos alegaron que Varela comenzó a trabajar con Gjika cuando trabajaba en un aeropuerto de la provincia de Guayas. Se presume que ayudó a Gjika en asuntos de seguridad, ubicando a policías de confianza en lugares clave para facilitar sus operaciones de narcotráfico.

Para garantizar la recepción de la cocaína en Europa, Gjika trabajaba junto a Mario Sánchez Rinaldi, un empresario argentino-italiano radicado en la Costa del Sol española. Rinaldi desempeñaba un papel clave en el lavado de activos de la organización, según las autoridades españolas y ecuatorianas. Juntos controlaban, de principio a fin, una ruta de cocaína desde Colombia a Europa. InSight Crime contactó al abogado de Rinaldi, pero no obtuvo respuesta.

Las primeras grietas

Gjika se adaptó a la presión policial sobre sus operaciones, cambiando sus métodos de tráfico cuando era necesario.

En 2020, la policía holandesa incautó un cargamento de 1,1 toneladas de cocaína supuestamente perteneciente a Gjika. En respuesta, Gjika aparentemente pasó de utilizar sus propias empresas a utilizar un método conocido como rip-on rip-off, en el que se abren contenedores de terceros no cómplices y se les añade droga. Una vez que los contenedores llegan al puerto de destino, los miembros de la red retiran la droga, a menudo con el apoyo de trabajadores portuarios corruptos.

Los conocimientos y contactos de Gjika en el sector de la exportación fueron supuestamente clave en esta transición. Su organización tenía acceso a la infraestructura portuaria de Ecuador y a datos privilegiados sobre el transporte marítimo, según la policía ecuatoriana y española.

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En un solo día de junio de 2021, Gjika y Cherres fundaron ocho empresas, la mayoría en el sector de la construcción. Desde entonces, seis han sido investigadas por blanqueo de capitales. Entre 2015 y 2024, la organización blanqueó al menos US$31 millones a través de estas y otras empresas, según la Fiscalía de Ecuador.

Sin embargo, a mediados de 2021, la policía antinarcóticos de Ecuador inició una investigación que identificó a Gjika como la cabeza de una red de tráfico de cocaína, en la que participaban Cherres y otros empresarios ecuatorianos.

Varela, entonces jefe de la policía, parece haberlos salvado de ser procesados. Apartó a los investigadores del caso en septiembre de 2021 y los reasignó a zonas de todo Ecuador. El caso se cerró meses después, en enero de 2022, justo después de que Varela fuera destituida por el entonces presidente Lasso.

En mayo de 2024, la fiscal Diana Salazar reveló la existencia de una investigación contra Varela y otros dos generales de la policía por asignar personal y dejar crimenes impunes.

En febrero, Varela negó las acusaciones que la relacionaban con la estructura criminal. InSight Crime no pudo contactarla.

El Imperio se desmorona

Gjika fue objeto de un creciente escrutinio a principios de 2023, cuando un aluvión de noticias mencionaron su nombre en relación con un esquema de corrupción de alto nivel.

El 9 de enero de 2023, el diario ecuatoriano La Posta dio a conocer los detalles de una red de corrupción encabezada por Carrera y Cherres. Lasso, por su parte, afirmó su apoyo a Carrera.

Más tarde, el 13 de febrero de ese año, La Posta publicó la investigación policial de 2021 que vinculaba a Cherres, y por ende a Carrera, con Gjika y su red de narcotráfico. Esto reveló las operaciones de Gjika a la opinión pública, y llevó a la reapertura de la investigación, que había sido cerrada en enero de 2022.

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Finalmente, el 23 de febrero de 2023, un grupo de legisladores liderado por el periodista y entonces diputado Fernando Villavicencio publicó un informe con más detalles sobre las conexiones de Gjika con el narcotráfico. El informe también daba detalles sobre la supuesta relación entre Varela y Gjika y afirmaba que Lasso conocía los vínculos entre Carrera, Cherres y el narcotraficante albanés desde julio de 2021.

El revuelo nacional que generó el informe puso a Lasso en la mira por las presuntas actividades de su cuñado y los esfuerzos de su gobierno por encubrirlas. La investigación sobre Carrera se reabrió y los posibles vínculos de la familia de Lasso con narcotraficantes albaneses contribuyeron a un escándalo político que culminó en un proceso de destitución contra el entonces presidente. Villavicencio fue asesinado meses después.

Escapando de las autoridades

Según informes de prensa, Gjika abandonó Ecuador el 9 de enero de 2023, el mismo día en que La Posta difundió la información sobre la red de corrupción encabezada por Carrera y Cherres.

Desde entonces, no está claro si ha orquestado operaciones de narcotráfico. En marzo de 2023, Cherres, su socio, fue asesinado. Cherres había sido un testigo clave en el proceso judicial contra la red de narcotráfico de Gjika. Carrera está siendo investigado por el fiscal general de Ecuador por dirigir una red de corrupción junto con Cherres, pero no respondió a la solicitud de comentarios de InSight Crime.

Las grabaciones telefónicas publicadas en marzo de 2024 sugieren que Gjika podría haber querido asesinar a Cherres por una deuda pendiente.

También parece que Gjika ha cedido acciones de varias de sus otras empresas, incluida Agricomtrade, a miembros de su organización criminal. Desde entonces, estos miembros han sido acusados de blanqueo de capitales para la organización de Gjika a través de transacciones ilícitas realizadas a través de estas empresas.

La operación conjunta de febrero de 2024 desmanteló gran parte de la presunta infraestructura de tráfico de Gjika, ya muchos miembros de alto rango de su organización fueron capturados. Actualmente, se enfrentan a juicio por cargos de narcotráfico y blanqueo de capitales en Ecuador.

No obstante, la actividad económica de Gjika en el país suramericano ha continuado a pesar de su ausencia. En octubre de 2023, fundó la empresa Riomel Gold Corporation, dedicada al comercio de metales preciosos. Riomel Gold sigue activa a la fecha, según el registro mercantil de Ecuador. InSight Crime no pudo comunicarse con Gjika ni con Riomel Gold para obtener comentarios.

Desde la captura de los presuntos aliados de Gjika, las autoridades ecuatorianas no han arrestado a ningún otro narcotraficante albanés de importancia. Pero la demanda de cocaína en Europa sigue siendo alta, y otras redes transatlánticas están cubriendo el vacío de la oferta.