La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) publicó su informe anual de drogas, en el que expone los múltiples estragos causados por el auge de la industria de la cocaína.

El Informe Mundial sobre las Drogas 2024, publicado el 26 de junio, examina los datos mundiales de los últimos años para analizar la evolución de las sustancias ilícitas. Se centra en las tendencias mundiales más amplias, especialmente en lo que respecta al cultivo y la producción de drogas sintéticas. Además, aborda el impacto que la industria de las drogas ilícitas tiene en la sociedad y las instituciones.

“El problema de las drogas se está expandiendo tanto desde el punto de vista del consumo como de la oferta. Hay más producción, más tráfico y también mayor complejidad, es decir, más sustancias”, declaró a InSight Crime Angela Me, jefa de investigación de la ONUDD.

El informe detalla el aumento de la producción de cocaína y sus efectos devastadores en la sociedad y el medio ambiente. La destrucción asociada a las drogas es un fenómeno mundial y, en América Latina, suelen ser los jóvenes los más afectados.

El narcotráfico sigue expandiéndose a escala mundial, al tiempo que aumenta el consumo de drogas. Aunque la producción de opio está disminuyendo, otras sustancias pueden estar ocupando su lugar, ya que los grupos de delincuencia organizada siguen explorando nuevas industrias ilícitas. 

Aquí, InSight Crime desglosa los hallazgos más importantes para el crimen organizado en América Latina.

La producción de cocaína genera violencia y destrucción medioambiental

Las organizaciones narcotraficantes se han expandido violentamente en un contexto marcado por niveles históricos de producción de cocaína, causando estragos ecológicos y expandiéndose a otras economías criminales.

La producción de cocaína y el cultivo de coca han aumentado de forma constante durante décadas, pero en 2022 se produjo un drástico incremento. El informe estima que en 2022 se produjeron 2.757 toneladas de cocaína en todo el mundo, un aumento del 20% respecto al año anterior, y tres veces más que hace casi una década. Estos volúmenes de cocaína se vieron impulsados por las 355.000 hectáreas de coca cultivadas en 2022, una cifra que representa un incremento del 21% con respecto a 2021.

El auge de la producción de cocaína ha provocado un aumento de la violencia y los desplazamientos en Colombia, primer exportador mundial de esta droga. La región del Pacífico colombiano se ha visto especialmente afectada por la guerra entre grupos armados a causa del narcotráfico.

Pero ningún país ha sufrido tanto el impacto del auge de la cocaína como Ecuador. Allí, las bandas locales se han visto impulsadas por la afluencia del narcotráfico y ahora trabajan con organizaciones colombianas, mexicanas y balcánicas para transportar la droga a través de las vías fluviales de Ecuador hacia los puertos internacionales. Al agravarse el conflicto por las rutas, se han disparado los homicidios, han asesinado políticos, y el país ha caído en un estado de emergencia casi permanente.

En el Caribe, donde las naciones insulares sirven como punto de tránsito para traficar cocaína a Norteamérica y Europa, las bandas locales se han enfrentado para defender su territorio, y han aumentado los homicidios.

A medida que la cocaína ha atravesado los océanos, le han seguido los asesinatos.

“Los sorprendentes niveles de violencia asociados al tráfico de cocaína y a la competencia entre grupos delictivos están afectando a América Latina y el Caribe, así como a países de Europa Occidental”, señaló el informe.

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Las rutas entre Suramérica y Europa se han consolidado, y los principales puntos de salida son Ecuador, el Cono Sur y Brasil. Por su parte, el mar del Norte se ha convertido en el punto de entrada más importante, según el informe.

El aumento de la producción de cocaína también está alimentando la destrucción del medio ambiente. En Bolivia, los traficantes siguen expandiéndose, adentrándose en el Amazonas y contribuyendo a la deforestación. Además, en la frontera entre Perú, Colombia y Brasil, el aumento del cultivo de coca ha impulsado la deforestación ilegal, el tráfico de madera y la minería ilegal de oro.

“Hay tres zonas fronterizas [en Suramérica] que han sido capturadas por el crimen organizado. Y no se trata sólo de drogas. La cuestión es que entran con drogas y luego empiezan a cometer delitos contra el medio ambiente”, afirmó Me.

El tráfico de drogas afecta a los jóvenes latinoamericanos

El consumo de drogas afecta cada vez más a los jóvenes de América Latina, señaló el informe.

La región de Centroamérica y el Caribe tiene la mayor proporción de menores de 18 años que busca tratamiento por adicción a las drogas, seguida de cerca por Suramérica.

“Los trastornos causados por el consumo de drogas a una edad temprana son especialmente preocupantes porque pueden conducir a un círculo vicioso que implica un menor nivel educativo y un deterioro de las posibilidades de reinserción social”, indica el informe.

Según la ONUDD, los grupos delictivos organizados pueden utilizar las drogas para crear un círculo vicioso: venderlas para ganar dinero y reclutar a los que se vuelven adictos.

“No podemos pensar en el problema de las drogas sin pensar en la delincuencia organizada de forma más holística”, explicó Me. “El ciclo no tiene que ver sólo con las drogas: tiene que ver con el crimen organizado”.

La drogadicción en la región ha sido explotada por los grupos de delincuencia organizada. En México, la demanda de las drogas sintéticas, como la metanfetamina, va en aumento y afecta especialmente a los jóvenes del país. Los grupos de delincuencia organizada han reclutado en centros de rehabilitación, aprovechando la incapacidad del Estado para convertir a los pacientes en vigilantes, traficantes y asesinos.

Cae el opio pero aumentan las drogas sintéticas

La prohibición del opio en Afganistán ha obligado a los traficantes a echar mano de las reservas para mover heroína, pero están apareciendo nuevos opiáceos sintéticos.

El cultivo de opio, ingrediente base de la heroína, se ha desplomado un 95% en Afganistán, principal proveedor mundial de opio, tras la prohibición impuesta por los talibanes en abril de 2022. La producción de opio cayó un 70% en todo el mundo entre 2022 y 2023. Informes anteriores de la ONUDD estimaban que Afganistán producía hasta el 88% del opio mundial.

Aunque la producción ha disminuido, las incautaciones de opio se mantienen estables, lo que indica que los traficantes están recurriendo a las reservas para compensar el descenso. Si el suministro de heroína se agota, las drogas sintéticas podrían cubrir la demanda en los principales mercados del mundo, incluidos Estados Unidos y Europa.

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“La producción de opioides sintéticos puede ser más barata, rápida y rentable que la heroína y puede abrir oportunidades a nuevos grupos sin vínculos con la ruta de los Balcanes o llevar a los antiguos grupos a diversificar y modificar sus cadenas de suministro”, indica el informe.

Los opiáceos sintéticos han hecho estragos en Norteamérica, con la potente droga del fentanilo sustituyendo en gran medida a la heroína. Un nuevo grupo de opiáceos sintéticos aún más potentes, los nitazenos, también están apareciendo en todo el mundo, según la ONUDD.

La metanfetamina también va en aumento, y los traficantes podrían cambiar a nuevas drogas para sustituir los beneficios que obtienen de la heroína. En febrero, Andrew Cunningham, del Observatorio Europeo de Drogas y Toxicomanías (European Monitoring Centre for Drugs and Drug Addiction, EMCDDA), declaró a InSight Crime que la metanfetamina y otros estimulantes sintéticos a base de catinonas podrían sustituir a la heroína entre los consumidores europeos en caso de que se agotara la oferta de esta droga.

Imagen destacada: Sede de la ONUDD en Viena, Austria. Crédito: ONUDD