El reciente asesinato de un miembro del Cartel de Sinaloa puede significar el final de uno de sus brazos armados, pero poco afecta a las dinámicas ilícitas de uno de los grupos criminales más poderosos de México.

Eliseo Imperial Castro, alias “Cheyo Ántrax”, fue asesinado la tarde del 30 de mayo mientras transitaba por una avenida del sur de Culiacán, en Sinaloa, al noroeste de México. De acuerdo con información recogida por el medio local Noroeste, Cheyo Ántrax venía huyendo de un grupo de civiles armados que dispararon contra su vehículo y que lo ultimaron una vez se detuvo.

Cheyo Ántrax era considerado el último líder de los Ántrax, uno de los brazos armados de Ismael Zambada García, alias “El Mayo”, principal líder de una de las facciones del Cartel de Sinaloa. Además, era primo de Ismael Zambada Imperial —uno de los hijos de El Mayo— y fue su escolta hasta la captura de este a finales de 2014.

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Los Ántrax nacieron en el 2008, en el marco de la guerra entre los antiguos aliados narcotraficantes, el Cartel de Sinaloa y los Beltrán Leyva. Este grupo, especialmente violento, fue liderado por Rodrigo Aréchiga, alias “Chino Ántrax”, hasta su asesinato en Sinaloa en mayo de 2020. 

A pesar de que se desconocen los motivos detrás de este asesinato, es posible que el hecho haya contado con la aprobación de otra facción de la misma organización criminal de la que hacía parte.

“Nada ocurre en Culiacán o en los alrededores sin el permiso de los jefes de las diferentes facciones que conforman el Cartel de Sinaloa”, dijo a InSight Crime Miguel Ángel Vega, analista de seguridad y reportero del semanario Ríodoce en México.

A mediados de 2014, Cheyo Ántrax fue acusado de narcotráfico y lavado de dinero por una corte del distrito sur de California. En 2016, la Oficina de Control de Activos Extranjeros (Office of Foreign Assets Control, OFAC) lo añadió a su lista de narcotraficantes extranjeros, argumentando su rol en la asistencia, apoyo y prestación de servicios a El Mayo.

Análisis de InSight Crime

A pesar de la cercanía entre Cheyo Ántrax y El Mayo, es poco probable que la muerte del primero traiga consigo impactos mayores en la organización interna y las dinámicas criminales del Cartel de Sinaloa.

Esta organización criminal ha sido construida internamente a manera de red. Esto quiere decir que no es una estructura jerárquica. Por el contrario, está compuesta por diferentes facciones criminales que cooperan entre sí. Estas facciones criminales, a su vez, tienen bajo su mando numerosos operadores, jefes de plaza y subcontratistas que permiten que las dinámicas criminales se mantengan a flote.

Este modelo de red ha sido un elemento clave para blindar al grupo criminal y sus principales economías criminales, pues cada persona que haga parte de la red puede ser fácilmente reemplazada, por lo que las muertes y capturas no suelen generar grandes afectaciones en el grupo.

“Son organizaciones muy grandes, muy poderosas y que les quiten a alguien no los afectan en lo absoluto”, mencionó Vega.

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Uno de los ejemplos más dicientes es el caso de los Chapitos, como son conocidos Ovidio Guzmán López e Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán Salazar, hijos de Joaquín Guzmán Loera, alias “El Chapo”, y líderes de una de las principales facciones criminales del Cartel de Sinaloa.

En 2023, los Chapitos sufrieron golpes importantes, entre ellos la captura de Ovidio Guzmán en enero y su extradición en septiembre, además de la captura de Néstor Isidro Pérez Salas, alias “El Nini”, jefe de seguridad de los Chapitos, en noviembre.

Sin embargo, ninguno de estos golpes generó grandes cambios en las dinámicas del grupo, ni afectó la capacidad operativa de la organización criminal, la cual se mueve por un engranaje que va más allá de sus miembros operativos y que incluye grandes economías criminales y vínculos de corrupción.

Imagen principal: El recién asesinado Eliseo Imperial Castro, alias “Cheyo Ántrax” Crédito: La Jornada