Salvatore Mancuso, alias “El Mono” o “Santander Lozada”, es un excomandante paramilitar colombiano que hizo parte de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU) y de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). A finales de febrero de 2024, después de cumplir una pena de más de 15 años por narcotráfico en Estados Unidos, regresó a Colombia, donde fue designado como gestor de paz, un rol desde el que podría servir como facilitador y mediador en procesos de diálogo con grupos ilegales en el marco de la “Paz Total” del gobierno de Gustavo Petro.
Historia
Salvatore Mancuso Gómez nació el 17 de agosto de 1964 en la ciudad de Montería, en el departamento de Córdoba, al norte de Colombia. De padre italiano y madre colombiana, Mancuso Gómez realizó estudios universitarios en ingeniería civil y administración agropecuaria.
Desde comienzos de la década de los 90, luego de ser extorsionado por la guerrilla del Ejército Popular de Liberación (EPL) mientras era administrador de varias fincas ganaderas, Mancuso comenzó a colaborar como informante del ejército colombiano en el departamento de Córdoba.
Su labor con el ejército fue conocida por los hermanos Carlos y Vicente Castaño, principales líderes de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU), un movimiento paramilitar que buscaba combatir la expansión de las guerrillas en esa zona de Colombia. En 1994, Mancuso se vinculó a las ACCU, donde se encargó inicialmente de tejer redes con políticos a nivel local y regional.
En 1995 creó la cooperativa de vigilancia y seguridad (Convivir) Nuevo Horizonte, en el municipio de Tierralta, Córdoba. Esta figura jurídica, decretada por el gobierno colombiano en 1994, permitía la conformación de cooperativas integradas por civiles para brindar colaboración a las fuerzas militares en temas de seguridad y orden público. A través de la Convivir Nuevo Horizonte, y otras creadas por miembros de las ACCU, los paramilitares lograron acceder a armas y recursos, y fortalecer sus redes políticas y militares.
A partir de 1996, Mancuso lideró la expansión de las ACCU hacia el norte de Colombia, específicamente a los departamentos de Sucre, Bolívar, Cesar, Magdalena, La Guajira y Atlántico. Para esto se valió de alianzas con élites políticas, económicas, y militares que posibilitaron el ingreso de los paramilitares a estas zonas.
En 1997, los hermanos Castaño crearon las AUC, una federación de diferentes movimientos de autodefensa con presencia en diversos lugares de Colombia. Mancuso pasó a integrar lo que fue conocido como el Estado Mayor de las AUC y en 1999 estuvo a cargo del ingreso de las AUC al departamento de Norte de Santander a través del Bloque Catatumbo.
Tras la dimisión de Carlos Castaño como comandante general de las AUC en 2001, Salvatore Mancuso asumió un rol aún más preponderante dentro de la organización. A partir del 2002 acompañó el proceso de diálogo entre las AUC y el gobierno, y posteriormente, los procesos de desmovilización de los bloques paramilitares entre 2003 y 2006.
Mancuso, por su parte, se desmovilizó en diciembre de 2004 y en mayo de 2008 fue extraditado a Estados Unidos, junto con otros 12 jefes paramilitares, por delitos de narcotráfico. En octubre de 2008 hizo un acuerdo con la justicia estadounidense y posteriormente fue sentenciado a 15 años y 10 meses de prisión, sin embargo, se le reconoció el tiempo que permaneció privado de la libertad en Colombia, por lo que su tiempo en prisión fue más corto.
Mancuso terminó de cumplir su condena en Estados Unidos en marzo de 2020, sin embargo, no salió en libertad. Quedó bajo la custodia del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (U.S. Immigration and Customs Enforcement, ICE) mientras resolvía su situación migratoria. Aunque pidió ser deportado a Italia, país del que es ciudadano, el gobierno colombiano lo solicitó en extradición para cumplir con condenas vigentes en los tribunales ordinarios y transicionales de Justicia y Paz.
A la par, desde 2018, Mancuso había solicitado ser incluido dentro de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), un tribunal transicional creado en Colombia para juzgar los hechos cometidos por los excombatientes de la desmovilizada guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), como un tercero colaborador o financiador del paramilitarismo entre 1989 y 1997.
Al ser aceptado en la JEP, Mancuso podría acceder a beneficios transicionales en el marco de los procesos judiciales en su contra, en caso de ser extraditado a Colombia.
Sin embargo, en 2020 la JEP negó su solicitud, al afirmar que Mancuso no era un tercero civil y que, por el contrario, hacía parte de la estructura armada de la organización. En noviembre de 2023, el equipo legal de Mancuso apeló la decisión y la JEP aceptó el sometimiento de Mancuso a este tribunal argumentando su rol como bisagra entre políticos, militares y empresarios con los grupos paramilitares.
En febrero de 2024, casi cuatro años después de haber cumplido su pena en Estados Unidos, Mancuso retornó a Colombia.
Actividad criminal
El narcotráfico fue una actividad clave que marcó el paso de Mancuso por las AUC. Según indican los documentos judiciales del gobierno de Estados Unidos en su contra, Mancuso —junto a otros comandantes paramilitares— estuvo detrás del envío de varias toneladas de cocaína desde Colombia hacia Estados Unidos a través de puertos en Centroamérica y el Caribe. La justicia italiana también ha llevado a cabo investigaciones en su contra por narcotráfico.
Mientras cumplía su condena en Estados Unidos, Mancuso fue condenado en Colombia por los tribunales de Justicia y Paz, el mecanismo de justicia transicional creado en el marco de la desmovilización paramilitar, por miles de hechos victimizantes cometidos desde su rol como comandante de las AUC, entre ellos homicidios, desplazamientos y desapariciones forzadas, reclutamiento de menores, y tortura, entre otros.
En Colombia, tiene investigaciones vigentes por lavado de activos asociado al tráfico de drogas.
Geografía
Mancuso tuvo influencia en el norte de Colombia, específicamente en los departamentos de Córdoba, Sucre, Bolívar, Atlántico, Magdalena, Cesar, La Guajira, Norte de Santander y algunos municipios del departamento de Antioquia. En estos lugares estuvo detrás de la ejecución de masacres.
Aliados y enemigos
Durante su paso por las ACCU y las AUC, Mancuso se enfrentó de manera directa a las guerrillas colombianas, principalmente al EPL, al Ejército de Liberación Nacional (ELN) y a las FARC en diferentes zonas del país donde los bloques bajo su mando tuvieron presencia.
En cuanto a sus alianzas, mientras hizo parte de las AUC, Mancuso, un ciudadano italiano, tuvo vínculos con la mafia italiana ‘Ndrangheta, una alianza clave para consolidar el flujo de cocaína desde Colombia hacia Europa.
Mancuso también tuvo redes importantes para el lavado de dinero del narcotráfico. Una de las más conocidas fue la sostenida con el empresario italiano Giorgio Sale, quien a través de sus negocios lavó dinero producto del tráfico de drogas de las AUC. De igual forma, Mancuso presuntamente lavó dinero a través de los negocios de juegos de azar de Enilse López, alias “la Gata”, una empresaria de la costa Caribe que tuvo estrechos vínculos con los grupos paramilitares al norte de Colombia.
Mancuso, además, tejió un entramado de nexos con políticos, militares y empresarios que permitieron la expansión paramilitar en diferentes regiones del país. En las diferentes audiencias que ha sostenido ante la justicia colombiana ha mencionado a altos mandos militares, ex candidatos presidenciales, expresidentes, multinacionales bananeras y carboneras, quienes presuntamente colaboraron con los grupos paramilitares en Colombia.
Perspectivas
En agosto de 2023, Mancuso fue nombrado gestor de paz en el marco de la Paz Total, el proyecto a través del cual el gobierno busca llevar a cabo negociaciones paralelas con diferentes grupos armados y criminales. Como gestor de paz, Mancuso podría facilitar escenarios de diálogo con diferentes grupos armados, entre ellos algunos nacidos después de la desmovilización de las AUC.
Sin embargo, el nombramiento de Mancuso ha generado debate en diferentes estamentos del país, pues algunos juristas opinan que no es claro el rol que Mancuso puede jugar como gestor de paz en el escenario actual, teniendo en cuenta que su desmovilización se dio hace casi 20 años.
El 10 de julio de 2024, Mancuso salió de la cárcel La Picota en Bogotá –donde permanecía recluido desde el mes de febrero– luego de que un juzgado de Justicia y Paz decidiera su libertad. Tras esto, se espera que comience con sus labores como gestor de paz y contribuya al esclarecimiento de la verdad del paramilitarismo en el país.