La facción de los Chapitos del Cartel de Sinaloa ha tenido un año difícil, con varias detenciones de alto nivel, extradiciones a Estados Unidos y luchas internas en todo México. Sin embargo, es poco probable que estos contratiempos supongan el fin del grupo.
El golpe más reciente se produjo a finales de noviembre, cuando la Guardia Nacional de México capturó a Néstor Isidro Pérez, alias «El Nini». Se le acusa de ser el jefe de seguridad de los Chapitos y de trabajar directamente para Iván Archivaldo Guzmán Salazar, uno de los varios hijos del exlíder del Cartel de Sinaloa, Joaquín Guzmán Loera, alias «El Chapo«, que lideran esa facción del grupo.
Isidro Pérez era uno de los múltiples miembros de los Chapitos en la mira del gobierno estadounidense este año. Antes de su captura, fiscales de Washington D. C. y Nueva York lo habían acusado de narcotráfico en 2021 y 2023. El Departamento de Estado también ofreció una recompensa de hasta 3 millones de dólares por cualquier información que condujera a su captura.
Su detención no es más que el último revés sufrido por la poderosa facción del Cartel de Sinaloa. El grupo se ha enfrentado a una mayor presión durante 2023 por parte de los gobiernos estadounidense y mexicano.
A principios de enero de 2023, las autoridades mexicanas detuvieron por segunda vez a Ovidio Guzmán López en Culiacán, la base de los Chapitos en Sinaloa. Esta vez consiguieron retenerlo. En abril fue acusado por la fiscalía estadounidense y extraditado rápidamente a Chicago en septiembre.
Guzmán López presuntamente había encabezado la expansión de las operaciones de tráfico de drogas de los Chapitos, especialmente de fentanilo, el letal opioide sintético responsable de miles de muertes por sobredosis en Estados Unidos. Unos meses más tarde, en mayo, la Marina mexicana detuvo a Héctor Elías Flores Aceves, alias «El 15», otro jefe de los Chapitos que se encargaba de la venta de droga en Cancún, una zona turística de Quintana Roo. También se detuvo a otros líderes en Sonora.
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Con la crisis del fentanilo imponiéndose en la agenda política en Estados Unidos, por la presión implacable de la opinión pública en ese país, los líderes de los Chapitos prohibieron todo tráfico y producción de fentanilo en Sinaloa en junio. Al parecer, otras células del Cartel de Sinaloa en Sonora y Baja California Sur acordaron seguir su ejemplo, pero no todas las facciones del grupo lo hicieron.
«Cuando te digo que está prohibido, es en serio. Está prohibido», dijo un sicario afiliado a los Chapitos a InSight Crime en septiembre.
Para quienes no acataron la prohibición, las consecuencias fueron fatales. En Culiacán, un comandante de un gran grupo independiente de producción de drogas sintéticas y un jefe de seguridad afiliado a los Chapitos dijeron recientemente a InSight Crime que, entre junio y septiembre, el grupo ejecutó al menos a 50 personas por desobedecer la orden.
Los conflictos internos por el tráfico de drogas sintéticas también desataron violencia extrema en otras partes del país. Desde octubre, varias facciones del Cartel de Sinaloa se enfrentan a lo largo de la frontera entre México y Estados Unidos, en Sonora, por el tráfico de drogas y las rutas de contrabando de migrantes a través del desierto.
Y las alianzas están cambiando rápidamente. Una antigua filial del Cartel de Sinaloa, conocida como los Cazadores, se ha atomizado después de la separación de su brazo armado, los Deltas, para operar de manera independiente. Desde entonces, los Cazadores han formado una nueva facción, los Alfas, para enfrentar a los Deltas, que han unido fuerzas con un grupo local llamado los Pelones. Los Chapitos apoyan ahora la alianza Deltas-Pelones contra la coalición independiente Cazadores-Alfas.
Cuando Isidro Pérez fue detenido en noviembre, los Chapitos ya estaban en problemas. Al día siguiente de su detención, unos desconocidos mataron a tiros a Eduardo Escobedo, un convicto narcotraficante conocido como «El Mago», en Los Ángeles, California. En algún momento, este fue un importante distribuidor de marihuana para Guzmán Salazar y los Chapitos, según documentos judiciales estadounidenses.
Aún no está claro si el asesinato tuvo algo que ver con la detención de Isidro Pérez o con las luchas internas dentro de la cúpula de los Chapitos, pero marcó el colofón de un año tumultuoso para una de las principales facciones del Cartel de Sinaloa.
Análisis InSight Crime
La facción de los Chapitos es uno de los actores criminales más activos de México y del Cartel de Sinaloa, y a pesar de sus problemas actuales, es poco probable que eso cambie.
La extradición de Guzmán López y la detención de Isidro Pérez y otros altos dirigentes el año pasado probablemente provocaron cambios significativos en la cúpula de los Chapitos, pero los expertos afirman que esto no afectará a la capacidad operativa del grupo.
«Los ajustes serán en el círculo más cercano. No veo que haya una estructura que pueda disputarles el poder», opinó Javier Oliva Posada, coordinador del Seminario Universitario de Estudios sobre Democracia, Defensa, Dimensiones de la Seguridad e Inteligencia de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
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Varios grupos criminales, al ver a los Chapitos debilitados y distraídos por las luchas internas, pueden tratar de sacar provecho de ello y ampliar sus propias operaciones delictivas. Entre los buitres que circulan están las redes asociadas al Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), posiblemente el rival más formidable del Cartel de Sinaloa, así como el Cartel de Caborca y varias facciones internas del Cartel de Sinaloa.
Una de las células más fuertes de Sinaloa son los Rusos, que cuentan con el apoyo de Ismael Zambada García, alias «El Mayo», uno de los últimos miembros de la vieja guardia del Cartel de Sinaloa. Como jefe de seguridad, Isidro Pérez estuvo en el centro de la lucha de los Chapitos contra los Rusos a lo largo de la frontera entre EE.UU. y México en Baja California y Sonora.
Pero los expertos no consideran que su arresto sea una apertura suficiente para que los Rusos, o cualquier otro grupo, la exploten. La capacidad de los Chapitos para mantener el control sobre estos corredores estratégicos no depende de un lugarteniente irremplazable.
«Me sorprendería mucho que [la detención de Isidro Pérez] tuviera algún tipo de efecto más amplio de debilitamiento real de los Chapitos», dijo Vanda Felbab-Brown, miembro senior de la Brookings Institution. «Creo que es una molestia para ellos; podría tener repercusiones temporales en frentes de batalla particulares, pero no creo que sea de ninguna manera fatal».
Esto se debe a que los Chapitos cuentan con numerosas células armadas presentes en todo México, algunas con años de experiencia operativa. Cuentan con la ayuda de estrechos vínculos con políticos corruptos y miembros de las fuerzas de seguridad que les ayudan a controlar su territorio. Mientras los gobiernos estadounidense y mexicano sigan centrando sus esfuerzos en detener a los principales líderes criminales, dejando intacta esta extensa red, los Chapitos deberían ser capaces de mantener su dominio.
«No estamos viendo realmente ningún desmantelamiento sistemático de la capacidad operativa más amplia, la expansión económica o el poder político de los Chapitos», comentó Felbab-Brown.